Río abajo.





Es creencia de la gente río abajo: las personas no cambian. Pero poco tiene de conocimiento que se arraigue de inmediato, hace falta incurrir en ciertos ritos para llegar a la convicción suprema de que no hay opciones más que seguir una línea que nunca se tuerce, y avanza como el agua en eterno descenso.


Pasaron algunos meses hasta que me decidí a caminar río abajo, las ramas me ajaban la piel, el dolor en el rostro, es terrible, los mosquitos perforan los muslos. Todo vale la pena, eso lo sabemos corriente arriba, sin importar cuan largo el andar, las horas se adhieren al cuerpo y lo vuelven más fuerte. Arribé, largos días me vencían por dentro y mis pies marchitos no dejaron dudas, porque el sol me había quebrado la vista y me arrastré hacia los lindes mismos de la aldea de esas gentes que tan poco conocía.


También creen (y fueron palabras en sus bocas), los pasos están muertos, el hombre no es algo tan malo, la lluvia: significa mucho más de lo que se oye. Disiento de su visión algo oscura de las formas de pedir perdón, de su manera de escribir poesías terriblemente tristes, de mirar a los ojos sin importar el cuando ni el quién.


Se bien, les haré falta a los míos en el lugar de donde vengo, los caminos también se mueren, y eso lo dicen río arriba, lo cantan y lo escriben en versos que se enredan, y se lían y que muy pocos comprenden




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BiciSendas...

Estamos vivos y es lo unico que necesitamos para empezar. J.Leeds