Mimesis! Textos cortos, chinos, innecesarios....




Tsui Zen, avisado del fin de la Era Segunda y de su muerte inminente, caminó en soledad por los jardines del palacio. Buscaba encontrar el perdón sagrado a su gobierno de sangre cuando cayó dormido luego de meditar largas horas sobre un atado de ramas secas. En su sueño, Tsui Zen se arrodillaba ante el Sublime y enunciaba las palabras que lo redimían para siempre. Despertó (creyó), con claridad y calma. Escuchó el canto sereno de las tierras prohibidas replicado en el aura de sus ojos. Al llegar al palacio, el emperador vio el humo y las llamas, vio las columnas cediendo ante el ejército sublevado, vio a un hombre arder en postura de súplica a la mirada de todos. Adivinó que ese hombre era Tsui Zen, que el fuego lo envolvía entre la sequedad de las ramas. Comprendió que la redención del calor es un anhelo tan vasto, lejano e imposible como lo es el secreto de la vigilia.

Del Libro de los Conjurados

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Estamos vivos y es lo unico que necesitamos para empezar. J.Leeds